TOMO
IV |
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EL HOMBRE
PRIMITIVO Y EL SER CIVILIZADO
El mundo psicológico del hombre
primitivo y campesino es diferente al de la ciudad;
indios y mestizos vernáculos tienen una visión
mágica de la naturaleza con la que se sienten
plenamente identificados y participando de ella. Su
imaginación está poblada de árboles,
animales, lluvias, torrentes y relámpagos y
como son "animistas" creen que esto forma
un todo homogéneo de espíritus particulares,
unos buenos que hay que aprovechar y otros malos que
requieren de exvotos para no hacer daño y entonces
todo consiste en protegerse con contras y amuletos.
La magia está vinculada al campo de muchas
formas y por eso en la vida campesina todo es sobrenatural,
las respuestas a las inquietudes humanas se dan con
fórmulas Simples y directas, el agricultor
depende únicamente de la naturaleza y vive
esclavizado a lo conveniente y tradicional dada su
condición de hombre-tierra, a su identificación
con la tierra.
En cambio el ciudadano o burgués que ha escapado
de las fuerzas de la naturaleza para construirse un
universo elaborado de asfalto y cemento, útil
por la gran profusión de objetos y barroco
por la inutilidad y belleza de algunos de ellos, se
siente liberado del peso de la divina providencia
pero tiembla ante la complejidad de las relaciones
socioeconómicas creadas con sus congéneres,
pues más daño puede recibir de una reforma
legal que de un aguacero y en fin de cuentas, su dependencia
es con los hombres y no con los animales y plantas.
Así las cosas el mundo marcha hacia un positivismo
científico y social donde las estructuras se
adentran en la psicología humana para despoblarla
de mitos y tradiciones ancestrales. Al hombre devoto
ha reemplazado el profesional alejado de las religiones
que otrora le sirvieron de escudo y protección,
donde había un santo o un espíritu para
cada problema en particular; pero aún así
i el hombre moderno y ciudadano necesita creer en
algo para llenar los vacíos espirituales de
su vida, existentes en la cadena genética de
su ascendencia desde hace millones de años
y no puede desprenderse de este atavismo en dos o
tres generaciones como lo quieren los regímenes
materialistas del otro lado de la cortina de hierro,
más aún, si la cosmovisión indica
que el hombre no está solo, que es partícipe
en una orden superior que todo lo controla sabiamente
y donde constituye una migajita sin ninguna importancia.
Por eso el hombre de la ciudad, a pesar que no necesita
de Dios en sus relaciones humanas, lo busca más
que el del campo porque se encuentra solo consigo
mismo y en la peor de las soledades; pero su búsqueda
es más difícil y su esfuerzo por hallarlo
aveces no es recompensado.
De allí que la llegada del Papa nos sobresalta
a todos por igual. No es que esperemos verlo de cerca
o darle la mano como algunos simples piensan hacer,
ni que deseamos tocarle el hábito y estar cerca
de él, a su lado, para verlo y escucharle mejor.
Su visita tiene un sentido más amplio y universal
pues nos trae un mensaje para que meditemos en lo
que somos y podemos ser, que nuestra utilidad social
está en relación directa con el servicio
que prestamos a la comunidad y que más importante
aún que las cuatro horas que el Papa nos dispensará
son los días que le precederán, si es
que los sabemos aprovechar.
Bien está el entusiasmo por su venida. Es un
prelado político y pastor, circunstancias humanas
muy difíciles de encontrar en un Papa, pero
más nos debe llamar la atención la dicha
de encontrar un cambio a nuestras vidas y un mejoramiento
interior. Papas han habido muchos y habrán
aún más, que San Malaquías solo
hizo su lista hasta el siglo XX, pero nosotros no
nos repetiremos jamás; nuestra complejidad
de hombre es asombrosa y producto de una cadena genética
que puede dar mucho de sí, siempre que tratemos
de encontrar los mecanismos de superación.
Entonces ¿Qué esperamos para sacar de
nuestro interior lo mejor que tenemos oculto? Si cada
ecuatoriano hiciera tres buenas obras con motivo de
esta visita ¿Cuánto no mejoraría
el país? ¿Cuánto la sociedad
en que vivimos? Así pues, bienvenido el Papa
si su recibimiento nos dará la oportunidad
de ser más espirituales; caso contrario, se
irá del país y todo quedará igual,
practicando los mismos errores del pasado y aceptándolos
como normales.
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